Reflexiones.
Les dejo un dato que escribí en otro sitio y que me sugirieron compartiera en este blog. En consideración a quienes lo pidieron, lo someto a lectura:
Uno de estas noches, mientras exploraba con desesperación la programación de cable, volví a toparme con la adaptación cinematográfica de la obra de William Shakespeare, El mercader de Venecia y, a pesar que no es la primera vez que disfruto de esta correcta película de Michael Radford, por alguna razón en particular esa noche saqué una pequeña reflexión de la película y, como soy dado a explicar esos instantes cinematográficos a mis conocidos, me animé a hacer lo mismo en este espacio. Tendrán que ver la película, o la obra en teatro o leer el libro para entender mi intento.
¿Podemos aplicar la justicia sin ser injustos?
¿Podemos devolver un golpe recibido de la misma forma y en iguales condiciones, sin pasarnos? ¿Podemos devolver una palabra con la misma intensidad y fuerza de como la recibimos?
¿Podemos devolverle el dolor sufrido a alguien sin pasar a ser verdugos?
¿Podemos ser justos sin pasar a ser villanos?
¿Puede el hombre aplicar justicia sin cometer delito?
Este mercader, protagonista de la historia, pedía ¡justicia! la justicia que estipulaba el contrato con su deudor al ser incumplido el acuerdo de pago:
¡Una libra de carne tomada del pecho, lo más cercana al corazón!
De acuerdo a lo convenido, era justo darle a ese hombre lo que pedía. El contrato había sido violentado, sin embargo, ¿podía éste sacar esa libra de carne del pecho de su deudor sin derramar una sola gota de sangre? ¿Podía tomar esa carne sin excederse un solo gramo? ¿Podía tomar la medida justa? ¿Podía este mercader llevárse la medida de carne estipulada sin llevarse con ella la vida del deudor? ¿Era capaz de ser justo sin convertirse en asesino?
¡No! ¡Claro, que no!
Exigir justicia era lo más fácil para él. Aplicarla era el problema.
Les recomiendo ver la película o leer laobra, pero les sugiero que NO SEAN JUSTOS CON NADIE, SINO MISERICORDIOSOS CON TODOS.
Pues no te llevarás mi carne sin derramar una gota de mi sangre.
Paz a todos.
David E. Alvarado
El Salvador
®2007 DEARmente