— a Tirsa.
Vos,
que me arrancaste los ojos
y me dejaste estos
que sólo sirven para verte.
Vos,
que no sé cómo
y no sé cuándo
te metiste en mis sueños.
Vos,
que me robaste de improvisto
mis palabras
y me has dejado diciendo tu nombre.
Vos,
que me cortaste las alas
y me has dejado
jugando con tu pelo.
Vos,
que tenés tanta vida,
tanta risa,
tanta calma,
tanta delicia.
Dejáme decirte
que tenés,
además de tu inocencia,
esta fuerza galopante
de mi amor
entre tus venas.
En la foto: Tirsa Abigail, El Salvador