25.8.08

La muerte en el subdesarrollo


in memoriam

El 3 de julio de 2008 un autobús fue arrastrado
por una corriente de agua causada por las fuertes
lluvias, como saldo, 31 personas desaparecidas,
un solo sobreviviente. El Salvador se vistió de luto...



La muerte en el subdesarrollo
se suele llevar,
lo poco que queda
de lo poco que queda
de esta abundancia de miseria.

En algunos casos,
puede costar una moneda,
de esas con las cuales apenas se alcanza
a conseguir las golosinas,
en las plazas saturadas de ególatras
que piensan que el tiempo
es algo que se puede gastar sin extrañarlo.

Aquí es partera,
matrona,
costurera,
prostituta.

Una muerte pletóricamente
analfabeta.

Una muerte lacónicamente
justa.

Siempre se lleva
lo poco de lo poco
que apenas queda.

Nos deja vacías
las promesas.

Es una muerte lésbica,
desnuda.

Es una muerte tóxica,
alcohólica,
intolerante,
indiferente.

En lo personal,
me puede encontrar en cualquier plaza
donde se anuncie mi nostalgia
impresa en papel amarillo,
marcado con una sinfonía
anacrónica y ecléctica
de versos vencidos y olvidados.

Me puede encontrar con una palabra
o un discurso voraz e incoherente entre mis manos,
pidiendo empleo.

Me puede encontrar
perdido.

La muerte en el subdesarrollo
siempre es inoportuna.

Muerte turbia,
ladina,
usurera.

Muerte de entrañas
de otras muertes.

Me puede dejar
solo,
esperando el autobús de mis sueños.

Evitarme llegar a tiempo
a quien me espera
o a quien espero que me espere.

Me puede evitar tu boca.

Y puedo no llegar nunca,
ni tarde
ni temprano
a convencerme de que aquí,
en esta democracia,
la muerte es la única promesa válida,
certera.

Sólo la muerte es algo seguro.

Y yo,
que nada tengo de estadístico,
me quedo con la última cifra que queda
de todo este desánimo.

En esta ciudad de quejas
nadie te nombra
sin mostrar un poco de delirio
o resentimiento y pena.

Muerte desproporcional,
déspota,
profana,
negligente.

Muerte sola,
inconstitucional,
cínica,
revoltosa.

Mala praxis de nervios escondidos
y revueltos.

Sobredosis de silencio.

En estas circunstancias
— subdesarrollo colmado de miseria —
toda esa aceleración mundana
y melancólica que tengo
por dejarme caer,
directa y exclusivamente,
en alguna causa provechosa
se puede quedar sin el subsidio necesario.

Estoy consciente del olvido
y del dolor que sangra
en momento del adiós.

Estoy consciente de ti.

Muerte de muertes,
muerte pobre,
muerte silente,
muerte de alergia a la muerte.

La muerte en el subdesarrollo
siempre se lleva lo poco
que apenas queda
en los rostros de la gente.

Siempre saquea
la canasta básica.

Siempre saquea
a la misma necesidad.

Muerte oligarca,
monopólica y tirana.

Muerte antisocial,
antipresupuestaria,
antiética,
anómala.

Es más que una caja vacía
esperando ser llena de mi nombre.

Es más que todo ese poblado de cafeína
y de insomnio
disipándose en la noche.

Es más que una lágrima
corrompida por las horas.

Es más que una noticia nocturna
o un verso incompleto
en la boca de la consciencia colectiva.

Es por sí misma
una muerte terca,
descomunal y caótica.

Es una muerte tan triste
como política.

Muerte que no se cansa
de caminar en aguaceros,
en el polvo,
en las láminas y tejas.

No se cansa de apretar
la pobreza.

Muerte de hambre,
muerte violenta,
muerte sincera.

Culpable de toda culpa.

La muerte en el subdesarrollo
no es lo mismo
que morir en cualquier parte.

Aquí se muere en serio,
con lo poco que se come,
con lo poco que se tiene,
con lo poco que se puede,
y cuando ya has dejado
de vivir pensando descalzo,
vas y te deslizas
en su complexión de puta.

Muerte absurda,
Muerte inculta,
Muerte de apenas-y-alcanza.

Orgía de voces en la noche.
Clítoris de luz,
lujuria de recuerdos.

Siempre te llevas
lo poco que queda
de lo poco que queda
de esta abundancia de miseria,
y a pesar de todo,
me puedes dejar
solo,
esperando el autobús de mis sueños.

La muerte en el subdesarrollo
es una muerte explotadora.

Muerte de contratos vitalicios,
lo único seguro en estas calles
es tu risa.

Muerte de pólizas de miedo.

Muerte de muertes.

Tú no me quitas la vida,
esa me la llevo empacada
en un bolsillo.

A vos te dejo mis cenizas
y la sensación insatisfecha
de no haberme tenido nunca.


David E. Alvarado
El Salvador
© DEARmente