A Tirsa, mientras duerme.
La noche.
Dejo el libro sobre el borde de mi cama,
pendiente de mi regreso a sus páginas urañas.
La luz en esta habitación no da lugar a sombras,
excepto en un rincón,
justo donde mi guitarra calla.
Castigo el silencio
susurrando tu nombre,
y descanso mis ojos en tu pelo,
mientras duermes silenciosa.
La calles sólo repiten el eco del viento
que suavemente las besa y abandona.
Hoy me siento vulnerable a la naturaleza.
Soy un ser de piel y huesos adjuntos
a mi alma.
Soy espíritu de fuego.
Hoy me siento vulnerable a ti,
a tus ojos que sueñan,
a tu manos que aún carecen de culpa.
Quisiera que estos minutos
fueran eternos.
La lluvia avisa que pasará esta noche
jugando en el tejado,
pero tú no te das cuenta;
estás escondida en un mundo de sonrisas.
Sueñas.
Yo sé dónde encontrar tu voz
cuando la apagas.
La tengo rebotando en mi corazón
de barro y melancolía.
En la foto: Tirsa Abigail, El Salvador