Me detengo un instante
en este libido lugar;
la misma esquina,
la misma calle,
la misma sombra;
el mismo pensamiento
absorbido una y otra vez
como un cigarrillo.
Dejo que mi vista galope
salvajemente y sin freno
hasta esa luz que
en este libido lugar;
la misma esquina,
la misma calle,
la misma sombra;
el mismo pensamiento
absorbido una y otra vez
como un cigarrillo.
Dejo que mi vista galope
salvajemente y sin freno
hasta esa luz que
apenas escapa de las sombras;
luego marchito mi voz
en la textura de la noche,
y pienso,
como si fuera algo ajeno en mi,
tu rostro,
tu desnudez,
tu soltura,
y me incomoda saber tu ausencia.
En mis sombras
ese narcótico sabor a tu piel
me asfixia,
me desespera, y,
en la textura de la noche,
y pienso,
como si fuera algo ajeno en mi,
tu rostro,
tu desnudez,
tu soltura,
y me incomoda saber tu ausencia.
En mis sombras
ese narcótico sabor a tu piel
me asfixia,
me desespera, y,
aunque lo intento,
aún sigo en pie en esta esquina,
fumando el mismo pensamiento,
buscando sin remedio,
extinguir entre la noche
el claroscuro de mi deseo.
aún sigo en pie en esta esquina,
fumando el mismo pensamiento,
buscando sin remedio,
extinguir entre la noche
el claroscuro de mi deseo.
David E. Alvarado
El Salvador
©2007 DEARmente