Ven, y despiértame cada vez que el sol,
gigante enmascarado de luz,
asoma por el lado somnoliento de mi horizonte.
Ya sabes que me cuesta dormir
sin haber concebido una palabra subversiva.
Ya sabes que no puedo cerrar mis ojos
sin haber roto el silencio con tu nombre.
Por eso, a pesar de lo afable y placentero
que puede parecer mi lecho,
prefiero seguir despierto hasta encontrar
una palabra que no tenga oxidación,
una palabra que en sí misma
sea más fuerte que un poema.
Entonces, prefiero quedarme despierto,
condenado a esta morfogénesis de versos
que sólo culmina en la noche
mientras te pienso.
Mañana tendré el tiempo necesario
para abrir mis ojos al sol,
gigante enmascarado de luz,
justo cuando decidas venir a despertarme.
©2009 David Alvarado.