Debo admitir que guardar silencio
puede ser tan nocivo como
decir lo mismo
sin descanso.
Algunos placeres pueden ser,
al final, demasiado dolorosos.
No importa cuan difusasparezcan mis ideas,todas convergen con el ánimo adecuado.Ser polvo, o un poco más que eso,no me exime de algunas consecuencias.
Culpar a alguien más por todas mis desavenenciassería negar que mis instintos son tan auténticoscomo el más ilustre de mis razonamientos.
Hago cuentas con la historia,un balance de todos mis esfuerzosy resulta que, a pesar de todo,mi déficit está lejos de acabar.
Algún día, dejaré de ser un miembro involuntario de la vida,por ahora, me aferro a la minúscula idea de ser un voluntario,sin lágrimas ni quejas.
He decidido terminar mis cartas sin destinatariopara poder volver a escribir esas palabras deliciosasque siempre me llevan a alguna alcoba.
La piel, mi piel, lo necesita.
No sé si debo pedir disculpas.
Aparecer así, de improvisto,podría generar alguna queja generalizada,y lo entiendo.
Sin embargo, en estas circunstancias,apagar el silencio de una bocanada,o con un verso tan breve como equivocado,me parece simplemente necesarioante tanto desconcierto.
David E. Alvarado
El Salvador
El Salvador
©2009 DEARmente