I don't know you
But I want you.
(Falling Slowly,
Glen Hansard y Markéta Irglová)
No es a propósito,
pero entre el pesado silencio
del alma en cuarentena
y la danza imaginaria del humo
de no sé dónde
aparece tu recuerdo.
Mis ojos
poseídos por un fervor incontrolable,
como contagiados de un virus
voraz e irreversible,
intentan saltar los muros
del desconcierto colectivo,
burlar la última línea marcada por el caos
e incursionar cual golpe de mano
hasta encontrarse con los tuyos.
Desde aquí
todo parece tan sencillo
que me mata.
Estos versos se desnudan al pensarte.
Mi prosa está hambrienta de tu boca.
Hay una historia dentro de esta historia
que no se oxida;
una palabra que se repite sobre sí misma
intentando convencerme de convencerte.
Todo es azul y gris
en esta espera improvisada.
El corazón no deja de ladrar tu nombre
a toda hora.
Porque sí. Porque puede.
Desde aquí
cualquiera puede ser el primer intento,
aparece tu recuerdo.
Mis ojos
poseídos por un fervor incontrolable,
como contagiados de un virus
voraz e irreversible,
intentan saltar los muros
del desconcierto colectivo,
burlar la última línea marcada por el caos
e incursionar cual golpe de mano
hasta encontrarse con los tuyos.
Desde aquí
todo parece tan sencillo
que me mata.
Estos versos se desnudan al pensarte.
Mi prosa está hambrienta de tu boca.
Hay una historia dentro de esta historia
que no se oxida;
una palabra que se repite sobre sí misma
intentando convencerme de convencerte.
Todo es azul y gris
en esta espera improvisada.
El corazón no deja de ladrar tu nombre
a toda hora.
Porque sí. Porque puede.
Desde aquí
cualquiera puede ser el primer intento,
o la última bala.
David E. Alvarado
El Salvador
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