Encontré tu voz
pegada a la pared
mientras compartía mis pasos
con la tierra.
Arriba en el cielo
se reía una estrella,
abajo la luz
caminaba desnuda.
Acurruque mi mirada
en el tendero de orines urbanos;
un perro ladró sus penas
que no eran tantas;
yo cogí mi vista
y le dí la espalda.
Tu voz está en campaña
en esta ciudad de quejas.
Yo he quemado
todos mis discursos;
me declaro abstencionista.
David E. Alvarado
El Salvador
©2007 DEARmente