Me colmaste
de nervios,
de palabras erizas
y espasmos caóticos
de piel.
Me colmaste pronto
de enfado y silencio,
de noches enteras de ti,
sin saber
a que sabe tu cuerpo.
Mientras tanto,
pasaba el tiempo,
vaciando mi orgullo
entre versos,
y este incienso nauseabundo
que hoy
no me deja dormir.