17.5.07

Lo que dijo después el viento


La luna sangró a las doce
sobre mis hombros
que ya habían perdido sus alas.
Esparcí mi canto
en el Yagual de la noche
y apacente entre los lirios
mis ganas.
Vacié mis ojos
cansados y tibios
en la distancia
y oculté entre la maleza
mi úlmina sonrisa.
Pensé escapar nuevamente
con la misma palabra,
pero no se puede usar mil veces
la misma excusa,
el mismo párrafo,
la misma huella
y pretender pagar con ella
todos los peajes
de este desconsuelo.
Dejé entonces esta piel colgada
a mi cuerpo desnudo
y asentí con desgano
mi ajusticiamiento.
Da lo mismo una
o un millón de estrellas
convertidas en balas.
Sólo la que tiene tu nombre
se puede llevar mi alma.
La luna sangró,
exactamente a las doce.
Yo enarbolé un verso sin sentido.
Lo que dijo después el viento
mañana será el olvido.