La sensación que tengo
de haberme perdido en el horario,
se disipa cuando veo
la frontera,
el límite dialéctico
entre lo que puedo ser
y no soy;
entre lo que se espera de mi
y lo que yo espero
de todo el mundo.
Acurruco entonces mi entusiasmo
y predico,
que hoy no será
el fin de mi promesa,
que hoy no caduca mi contrato,
que aún me queda fuerza,
animo,
palabras
y mentiras
para seguir luchando en esta guerra;
predico
mi vos,
mi letra
y mi causa,
pero en esta soledad
sólo aprendo
de las quejas de otros versos.
La sensación que tenía antes
de haberme perdido en el tiempo
se ha disipado hoy
en la frontera,
justo en esa línea dialéctica
e infinita
de lo puedo ser y no soy,
de lo que se espera de mi
y lo que yo espero del mundo;
y predico
que mi causa
no es una causa perdida
sino una forma de espera
en este mundo
de sueños desempleados.