Me gusta como resuelves
el acoso de mi mirada,
sonríes,
y me obligas a retirarme.
Me gusta como finges
que no sabes lo que siento
cuando estás cerca,
cuando estás lejos,
cuando estás en otras manos;
y sonríes,
como si no supieras nada.
Me gusta cómo logras evitar
cualquier silencio entre nosotros,
como para no escuchar
mis latidos,
mi emoción,
mi sangre galopar con fuerza
en mis cavidades;
y sé
que sabes
cómo iluminarme,
sé que sabes
cómo y cuánto
darme de ti misma
y sonries,
a pausas,
sinfónicamente,
como si no supieras nada.
Me gusta cómo resuelves
el acoso de mi mirada,
a veces simplemente
giras
y me das la espalda.