... prometo no volver a decirlo.
Te levantas y prometes
dejarle ahí suavemente
sin tocarla
con esa desviación acostumbrada.
La marea te estorba.
La arena te estorba.
El viento,
la nostalgia,
los recuerdos,
el velo que la cubre de tus manos
te estorba.
Quisieras desnudarla
con la luz aún encendida
mas no caer
en su juego matutino.
Y te desvías sin pensarlo
hasta su vientre.
La noche te estorba.
Quisieras que fuera de día
para esperar con ansias
a que anochezca.
Quisieras que fuera
un día cualquiera,
para acabar el ritual
como lo harías
en una noche cualquiera,
pero este inhóspito día
no te libera.
La bofetada te queda fresca
pero no puedes,
a pesar de ello,
dejar de desviarte
hasta ella.
Te levantas
como si nacieras
mil veces nuevamente,
lleno de luz,
de rabia,
lleno de tantas incoherencias,
y te prometes
quedarte ahí,
suavemente,
sin tocarla
pero no dejas de sentir
que puedes,
que debes,
y te desvías
constantemente hacia su cuerpo.
La ropa te estorba.
las horas te estorban.
Las dudas te estorban.
Quisieras tener dos alas
y volar con tu equipaje
de promesas y mentiras.
Alguna vez
quisiste ser distinto.
Hoy sólo sabes
desviarte hacia su vientre.
Las palabras te estorban.
Prefieres escucharla en silencio
palpitando en tu cuerpo.
Prefieres tocarla
con tus ojos.
Prefieres ser
otra vez
un adicto
de su vientre.
Su ropa te estorba.
Sus dudas te estorban.
Tu culpa te estorba.
Preferirías tener dos alas
y volar lejos de aquí
con tu equipaje
de promesas y mentiras.
Y aunque procuras con esfuerzo
no involucrarte en esta causa,
no puedes dejar de desviarte
lentamente hasta su cuerpo.
Las palabras te estorban,
te sobran,
te axfisian.
Aunque intentes detenerte,
no puedes dejar de desviarte
hacia ella,
no puedes dejar de sentir
que puedes,
que debes.
Y te sientes invitado
a decirlo
pero esta vez
te has quedado
sin el verso irreverente,
no te queda más que seguir
esa desviación acostumbrada.
David E. Alvarado
El Salvador
©2008 DEARmente