... encontré tu voz
pegada a la pared.
Las calles están frías y desnudas.
Mis pasos se disuelven
en el tráfico solemne
de miradas perdidas y confusas.
A veces te busco, lo confieso,
y cambio el rumbo de mi jornada nocturna.
Me cuelo entre la gente
que desconoce que estoy aquí
atado a tu recuerdo
y me desvanezco
en mis propios pensamientos.
Me dejo caer al lado oscuro
de mis interpretaciones
y sostengo entre mis manos
toda la catarsis eufórica de ti.
Me diluyo
e intoxico estas calles
con mi miedo,
con mi pausa,
con mi queja.
A veces soy,
simplemente,
un espacio recorrido
por sensaciones ocultas
e inconclusas,
una plaza de nervios
que no descansa
a pesar del tiempo y la cafeína.
A veces,
simplemente soy
un mea culpa de palabras atónitas
de sí mismas,
y concluyo
que esta ciudad triste
aún no sabe controlar su flujo
de pasiones escondidas
y yo,
que tengo tantas alas,
sigo quedándome de pie
esperando encontrarte
quizás en el reflejo hiriente
del neón de mis suspiros.
Las calles me devuelven el silencio,
yo les devuelvo mi nostalgia
envuelta en papel amarillo.
David E. Alvarado
El Salvador
©2008 DEARmente