Aún no puedo comprender
cómo después de tanto tiempo,
de tanto espacio,
sigo durmiendo
del mismo lado de la culpa.
Me detengo y
analizo nuestro entorno;
algo debe ser distinto,
algo debe haber cambiado.
Yo he cambiado;
aunque insistas,
como siempre,
en que debo cambiar.
Pero, aún después de esa afirmación
auto-estimulante,
no comprendo esta permanencia.
El mismo rincón de pensamiento,
el mismo espacio.
He revisado todos los detalles posibles,
todas las preguntas posibles,
todas las respuestas posibles
y comienzo de nuevo a repetirme
que no puedo,
aunque intente sin descanso,
borrarme de este entorno.
Parece que después
de tantos posos de silencio
sigo teniendo sed,
quiero callar.
Sigo deteniendo el tiempo
y los esfuerzos
en mis párpados caídos,
en mis sueños.
Sigo copiando los efectos nocturnos
que me deja la intimidad
de nuestras quejas.
Aún no puedo comprender
y se me hace tan difícil explicar
como después de tantas pausas,
de tantas coincidencias,
sigo durmiendo aquí,
al mismo lado
de mis promiscuas conclusiones
y decido siempre
quedarte al lado
de mis frases más inconsistentes.
No comprendo, por ejemplo,
cómo tu luz se acomoda tan bien
en mi sombra;
como tu mano
se acomoda tan bien
a la oscilación de mi cuerpo.
No comprendo
cómo aprendiste a amarme
a pesar
de toda mi imprudencia.
18.10.08
El mismo lado
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