... guardo una bala con tu nombre
para el último momento.
Soy,
como tú intentas deducir a veces,
un concepto subversivo,
una palabra insurrecta,
un intento enrevesado.
Soy,
como tú siempre dices,
un terco,
un espasmo de palabras necias y desnudas,
un cliché de conjeturas elevadas e infructuosas,
una cápsula de eros.
Soy un aficionado
al verso.
Un agujero
de mí mismo.
Un zapato roto, húmedo y olvidado.
Un te-quiero-sin-querer-quererte.
Una asíntota de nervios.
Soy,
y al decirlo intuyo tu silencio,
una vertebra de ti,
de tus ganas,
de tus gotas de lujuria,
de tu libido veneno.
Un antídoto
para el urbanismo constante de tu monotonía,
para la favela de tus miedos,
soy un axioma que florece en tu vientre
cuando mencionas mi nombre al poseerte.
Soy,
como tú intentas predicarme a diario,
un completo indiferente,
un completo incompleto,
un atajo al silencio que produce
mi voz
cuando no resuelve quedarse sola
con esta lucha,
con esta palabra inconforme y obstinada,
palabra necia,
palabra fiera.
Palabra que sólo sabe decir que
soy,
aunque te cueste repetirlo.
para el urbanismo constante de tu monotonía,
para la favela de tus miedos,
soy un axioma que florece en tu vientre
cuando mencionas mi nombre al poseerte.
Soy,
como tú intentas predicarme a diario,
un completo indiferente,
un completo incompleto,
un atajo al silencio que produce
mi voz
cuando no resuelve quedarse sola
con esta lucha,
con esta palabra inconforme y obstinada,
palabra necia,
palabra fiera.
Palabra que sólo sabe decir que
soy,
aunque te cueste repetirlo.
David E. Alvarado
El Salvador
©2008 DEARmente
