12.11.08

El impaciente

Yo,
y un puñado de cosas
que no se pueden pronunciar,
hacemos cola aquí,
frente a tu ventana.

Tú,
y ese viento solano
que te besa donde te gusta tanto,
nos miran desde arriba.

El gato pardo se comió la hora
precisa de mi llegada.

Ya sabes que mi tiempo
nunca es tan exacto como tus premoniciones;
me cuesta controlar su ritmo.

Yo siempre llego más tarde
que cualquier presentimiento,
nunca antes.

Yo,
y algunas mentiras piadosas
esperamos aquí,
bajo la ventana.

Tú,
y esa nota que sacude el alma
de los transeúntes de la noche,
nunca han tenido tanta fuerza
como ahora.

Yo te espero,
sentado en la escalera de mis sueños.

Tú sólo quieres colorearme
tu nombre en mi silencio,
tu boca en mi mejía,
tu pecho en mi pecho
tu sexo en mi recuerdo.

Aquí, donde pasa lo que pasa
y queda lo que queda,
nadie entiende de promesas.

Yo,
y algunas palabras que ovulan amor,
contamos los autos rojos,
los ojos verdes,
las manos blancas...

Tú,
y esa ropa que te muerde el cuerpo
justo como quiero,
se ofrecen a mis ojos
que siempre piden más.

El gato pardo
vomita sus consecuencia nocturnas.

Nunca es tarde para pedir
un poco de perdón,
un poco de paciencia.

Él lo sabe...

... yo le creo.

Ya he fumado demasiados pensamientos
frente a esta acera de nervios;
he ensuciado la vista de algunos que me miran.

Alguien sabe que existo
en lo más profundo de la conciencia colectiva,
pero me ignora,
porque no sabe pronunciar mi nombre.

Nadie te conoce!,

me grita el zumbido estrepitoso de una abeja.

Nadie nunca escuchará tu queja!
,

repite el eco de una cloaca.

Y ¿qué más da?

Yo no he venido aquí a publicar
mis discursos retorcidos;
no he venido a compilarme con la gente.

Yo,
y mis ganas de subir corriendo
hasta tu ventana,
esperan.

Tú,
te fabricas una historia,
una señal,
un poema.

Me quieres dentro
de todos tus afueras.

Yo sólo quiero la llave de tu puerta
y que me dejes terminar
mis versos
en el borde de tu ombligo.

David E. alvarado
El Salvador
©2008 DEARmente