Tu voz,
ese imperio incandescente de palabras
que se derrumba al pronunciar mi nombre,
aún la llevo marcada en mi memoria,
como un silbido del viento que pasa entre los árboles
de los bosques que asoman en mi mente.
Tu voz,
que me muerde el alma
en los tobillos
cual serpiente astuta y venenosa,
aún después de un tiempo
sigue corriendo por mis venas.
Sigue bombeando el corazón.
Tu voz,
a veces sobra,
a veces falta,
a veces me incomoda,
mas nunca pasa desapercibida.
Nunca.