3.6.09

Laberinto




De no ser porque estoy despierto,
asumiría que este ha sido el sueño
más pesado de mi vida.

El más triste, el más humano.
Ante todo, y sobre todo,
el más humano.

No hay mucho que decir.
A veces las palabras se estorban entre sí
y no queda mucho de dónde escoger.

Confieso que así, en silencio,
el dolor es más profundo,
o más exacto;
no sabría explicarlo.

Tanto encierro sólo produce confusión.

Por eso preciso de un puente
que me lleve al otro lado,
donde existe esa palabra
tan necesaria en este instante nauseabundo.

Allí, donde la luz
no opaca mis impulsos,
ni las sombras fermentan
mis temores cotidianos.

Pero, a falta de eso
tan impronunciable e inaccesible,
debo concebir otro plan,
otra alternativa.

Un escape menos narcótico y nocivo
que el último pensamiento
que se produjo mi memoria.

Debo, ante todo y sobre todo,
ser paciente,
ser.

Lo poco que tengo
de algunas pequeñas victorias,
me es más que suficiente.

Puedo disentir de la nostalgia.

Puedo restregarme el viento en el rostro
y abandonar la escena,
sin causar un cataclismo.

Puedo decir te amo
sin importar si a alguien le hace falta,
o le incomoda.

De no ser porque estoy despierto,
pensaría que todo ha sido un sueño.

Pero ante tanta coincidencia
sólo me queda acostumbrarme.

Con mi rostro así,
perdido en la distancia,
puedo decir que aún me falta mucho
para salir del laberinto.



David E. Alvarado
El Salvador
©2009 DEARmente