11.9.09

El juego



Me invitas a cerrar los ojos,
como si intentaras sorprenderme con tu juego.

Accedo.

Me diluyo en mi propia oscuridad
mientras tú desembocas tus ganas
en mi cuerpo.

Bebes de mi
hasta saciar tu sed inmediata.

Me amarro a tu lengua
antes de saltar hasta tu abismo.

En mis ojos no hay espacio disponible
para la luz.

Tú lo invades todo, desnuda.

Nuestras carnes son ahora
lo único que cuenta.

No puedo evitar rebasar algunos limites,
mientras consumo tu piel,
esa dulce corteza que nutre mi boca.

No puedo evitar romper algunas reglas.

Ambos sabemos que, en este instante,
las disculpas son innecesarias.

No hay razón para las palabras;
los gemidos bastan.

Aquí, colado en tu vientre,
aún soy una esperanza pronunciable,
aún soy.

Haberte encontrado así,
de improviso,
sin las protecciones adecuadas,
no deja espacio para otra cosa.

Así, cuando hayamos terminado,
podremos quedarnos quietos,
desnudos,
apagados.

Si enciendes la luz
verás que tengo las alas puestas.

Si apagas la luz
verás que no existe otra salida.

Y, mientras esperamos
que se nos pase el efecto,
podemos seguir jugando
a que no nos conocemos.



David E. Alvarado
El Salvador
© 2009 DEARmente