Resulta que, después de todo,
estar tan solo no es tan cómodo ni suficiente
como pensaba.
Compartir tanto tiempo conmigo mismo
me sofoca tanto como estar con alguien sin estarlo.
La mente es un rincón demasiado inestable para algunos pensamientos.
Algunas palabras siempre sobran
donde otras hacen falta.
Estar solo, aquí, o allá,
quizás si tenga algún grado de incompetencia.
La diferencia entre esa concurrencia
de seres anónimos y desconocidos y este ser
colgado de las palabras más estúpidas que se pueden pronunciar,
soy yo mirandome al espejo, escuchando mis palabras.
Y vaya que sí es un disparate
pretender entender mis propias palabras
con esta cantidad exagerada de sandeces que la mente,
sin propósito aparente, genera sin cesar.
Entiendo que, sin más remedio,
en algún momento, tendré que buscar un poco de compañía,
para darme cuenta que,
la única diferencia entre estar tan solo
y estar rodeado de tanta gente desconocida,
soy yo juzgándome a mi mismo,
declarándome culpable de tanta soledad.
David E. Alvarado
El Salvador
El Salvador
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